MERCADO DE BELÉN - Iquitos - Perú

Iquitos es una ciudad peruana situada en medio de la cuenca del Amazonas. Tiene tres características que le confieren un carácter especial: No está unida por carretera al resto del país; está cerca de las fronteras del Brasil y Colombia; y se encuentra en medio de la selva amazónica. La verdad es que no pasé muchas horas en la ciudad pero no necesitas mucho tiempo para darte cuenta que se trata de un lugar singular. La ciudad no es un lugar seguro, tiene esa naturaleza de los lugares fronterizos donde el contrabando está al orden del día, con un desorden en el que sus habitantes están cómodos, y ese aislamiento que provoca que los forasteros sean reconocidos con facilidad. La ciudad se mueve al ritmo que le marca el rio Amazonas y el clima.

Pasé mis últimas horas de un largo viaje de turismo por Perú. El mismo día que tenía que regresar en un vuelo transoceánico, haciendo escala en Lima, tenía unas horas y decidí levantarme pronto y salir a estirar las piernas con la certeza que las tendría encogidas las siguientes horas. Salí del hotel sin un destino prefijado y para ver hacia donde podía dirigirme consulté san GoogleMaps. En el mapa comprobé que a quince minutos caminando estaba un barrio llamado Belén y recordé haber leído que en ese barrio había un lugar, el mercado de Belén, que era recomendable visitar. Tenía dos horas por delante y para allá que me fui.

Al llegar al mercado me di cuenta que más que un edificio o una nave se trataba de un montón de paradas, puestos, tiendas, gente en el suelo, chiringuitos, etc. donde se vendían toda clase de productos y que invadían el barrio. El mercado se extendía por un montón de callejas embarradas y, como no podía ser de otra manera, la curiosidad hizo que me adentrara en el bullicio.

MERCADO DE BELEN IQUITOS

Me hubiera gustado tener alguna foto más de las que hice pero un suceso me reprimió de usar la cámara. Al llegar y sacarla, una señora a mi lado, sin demasiada educación, me dijo que me guardara la cámara sino quería que me la robaran. No tomé el riesgo de no obedecer porque en la tarjeta de memoria tenía todas las fotos del viaje. Por ello, intenté grabar en la memoria el exceso de impactos sensoriales que recibí durante el tiempo que estuve callejeando.

Entrar en el mercado y perderse por las callejas embarradas y abarrotadas de gente y de paradas fue un impacto sensorial. Los colores, el ruido, las voces de los vendedores ofreciendo productos, los olores y la humedad se entremezclaban formando una atmosfera densa, entre atractiva e irrespirable

Paradas de frutas con piezas totalmente desconocidas de las cuales apenas recuerdo el nombre y mucho menos los sabores. Nombres como el camu-camu, aguajé, açai, guanàbana, airampo, capulí o el cambiro, ahora se me entremezclan y solo recuerdo paradas coloridas, con profundos olores que podían llegar al punto de la ofensa.

Lugares para comer donde cocinaban los tamales, los caldos de gallina o pescado, asaban pescados, hacían los cebiches u ofrecían bebidas hechas con ingredientes extraños y extraordinarios. En estos lugares podías comer por entre uno y dos euros en un ejercicio no exento de cierto riesgo sanitario.

Los sitios de verdura eran otro espectáculo con legumbres, verduras o tubérculos. El camote, las papas, la yuca junto a los ajís, el cacao, las especies, los repollos, los brócolis, los pimientos. Otro impacto colorido, brillante y picante que de solo estar cerca se cortaba la respiración.

Entre la carne y el pescado me llamaron la atención las colas de caimán, donde cortaban piezas para hacerlas en la parrilla o para prepararlas en cebiches. Una carne con una textura parecida al pollo y con gusto final de pescado. Desde mi inocencia pregunte si los caimanes eran de granja. La respuesta, después de una mirada de desafío,  fue que los caimanes los cazaban. Cuando vi carne de tortuga o de otros animales, que bien pudieran ser monos, perezosos o cualquier otro ser vivo amazónico, no me atreví a preguntar.

Las paradas de pescado eran otra exhibición y motivo de curiosidad. Se dice que en el Amazonas hay más de 2000 especies fluviales. Estaban expuestas piezas reconocibles como la doncella, la caballa, la piraña o la anguila junto con otros pescados inmensos que me dijeron que se llamaban paiche o gamitana. Esta ultima de unos seis kilos, de la familia de la piraña y que solo come frutas. Junto a estas especies muchas otras sobre las que no pude indagar.

Otra característica de lo que pude observar es el aprovechamiento de todas las partes de las piezas de los animales. Parece que no se tira nada. Hígados, intestinos, riñones, corazones de animales o peces tienen algún tipo de uso, ya sea para comer o como ungüentos, bebidas o lo que quiera que hagan. Todo se vende. El tiempo se me tiraba encima y tuve que salir a toda prisa con un mototaxi. Qué pena no haber tenido un día o dos para explorar el lugar como se merecía!!

MERCADO DE BELEN

Los callejones del Mercado de Belén te muestran la explotación a que se somete ese paraíso que es el Amazonas. Suelo visitar los mercados de las ciudades que visito y confieso que no esperaba el impacto que me causó el Mercado de Belén, tal vez lo inesperado de la visita ayudó. Sea como sea, es un espacio con magia, bullicioso y sucio en el que percibí con total claridad que la región amazónica, además de ser los pulmones del planeta también puede ser la despensa del mundo, siempre que se tomen decisiones en el sentido de protegerlo de la depredación sistemática a la que lo somete el hombre.

Ignacio Medina, en el 2011, escribió sobre el mercado de Belén:

El Mercado de Belén es el espectáculo total. El recuerdo de cómo fue la cocina del pasado y, al mismo tiempo,  la muestra de los productos que están llamados a definir las cocinas del futuro. Debería estar protegida por una ley universal. Debería estar a salvo de los transgénicos. Debería estar en todas las rutas turísticas que pasan por el Perú, incluidas las de los propios peruanos, titulares de la mayor reserva de biodiversidad del planeta y sin embargo tan ignorantes de los tesoros que les aguardan a unos pasos de casa. Ni siquiera en ese carísimo spot de Marca Perú aparece una sola referencia. ¿Ya se olvidaron de la Amazonía o es que nunca la tuvieron en cuenta?

Estuve solo dos horas pero no puedo estar más de acuerdo.